Lingüística forense: herramienta indispensable en peritajes judiciales
Por Nistela Villaseñor
México, DF. 18 de junio de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- La lingüística forense, disciplina multifacética que sirve como interfaz entre el lenguaje (oral y escrito) y el derecho, surgió como una necesidad para los profesionales de esa área que necesitaban contar con estudios de expertos en temas lingüísticos y utilizarlos como pruebas periciales en los juicios.
Constantino Martínez Fabián, doctor en Lingüística Aplicada por la Universidad de Arizona, miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y experto en lingüística forense, habló con la Agencia Informativa Conacyt sobre su proyecto de investigación actual en torno a este tema.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿De qué trata el proyecto Lenguaje y Derecho?
Constantino Martínez Fabián (CMF): Es un proyecto enfocado a investigar en la interdisciplina que se da entre las áreas de lingüística, específicamente en el ámbito de lo que se conoce como lingüística forense.
Dentro de esta área trabajamos particularmente con peritajes lingüísticos. Por ahora estamos interesados en responder una pregunta esencial: ¿Cuáles son las características que deben reunir los peritajes lingüísticos?
En primer lugar, tratamos de establecer los requisitos teórico-metodológicos mínimos para los peritajes lingüísticos; en segundo, investigamos los requisitos jurídicos que deben cumplir estas pruebas; y en tercer lugar, pretendemos apegarnos a estos requisitos en las pruebas a efectuar para ver si se logra un mayor nivel de confiabilidad.
AIC: ¿Cuándo inició el proyecto y en virtud de cuál necesidad o inquietud?
CMF: El proyecto inició cuando empecé a recibir solicitudes –de manera cada vez más frecuente– para hacer peritajes lingüísticos. Era el año 2009. Sin embargo, su registro formal con ese nombre se dio en 2014.
Surgió porque era necesario dar una opinión experta confiable en casos jurídicos a veces muy difíciles. Por ejemplo, había que hacer pruebas de autoría en casos donde se tenían grabaciones de negociaciones por parte de secuestradores. Era necesario determinar a través de pruebas lingüísticas si los detenidos habían hecho o no esas llamadas que fueron grabadas.
En lingüística forense se asume que así como los seres humanos tenemos huellas digitales únicas, también tenemos huellas lingüísticas que nos identifican. Por lo tanto, solo es necesario saber obtener los perfiles lingüísticos presentes en las grabaciones y confrontarlos con el perfil lingüístico que se obtiene de un acusado.
A pesar de lo sencillo que suena la afirmación anterior, la realización de pruebas de autoría es muy retadora intelectualmente. En el campo abundan diversos tipos de pruebas que se proponen y existen también diferentes maneras de llevarlas a cabo. También se tienen disponibles varios programas de computación que a veces no resultan tan útiles como uno quisiera. Esta situación hace imprescindible que efectuemos investigación que lleve a la generación de pruebas lingüísticas forenses confiables.
AIC: ¿Qué es y cómo se obtiene un perfil lingüístico?
CMF: El perfil lingüístico es el conjunto de rasgos particulares en el uso del lenguaje que permiten identificar a un individuo. Se obtiene a partir del estudio de elementos inconscientes en el uso del lenguaje. Por ejemplo, si a usted se le pide que proporcione tres oraciones literales que le haya dicho a su mejor amiga o a cualquier otra persona la tarde de ayer, seguramente no las recordará; pero si se le pide que diga de qué hablaron, no tendrá problema en mencionar las temáticas que trataron.
Esto nos indica que los seres humanos tendemos a usar de manera inconsciente las estructuras del lenguaje. Así se ha observado que cada persona coordina y subordina oraciones de manera particular. Cada quien tiene tendencias únicas a formar frases, a hacer elecciones de nombres, verbos, adjetivos. En pocas palabras: cada quien hace elecciones léxicas específicas.
Por ello, en lingüística forense se estudian esos elementos que se usan inconscientemente para generar un perfil lingüístico. Esto ha sido facilitado por el uso de programas computacionales que permiten realizar varios tipos de pruebas.
AIC: ¿Por qué la realización de pruebas de autoría es retadora, intelectualmente hablando?
CMF: Porque por ahora no hay procedimientos estandarizados que permitan generar de manera unívoca una prueba de autoría. Se sugieren muchas alternativas. Una prueba de autoría puede hacerse por medio del estudio de marcas léxicas, sintácticas o mediante n-gramas.
Sin embargo, para tener una visión de lo complejo del campo, basta mencionar que en el rubro de las pruebas que se basan en marcas léxicas se tienen las que son basadas en la riqueza léxica, en las palabras funcionales (así, por lo tanto, porque, pues), en la longitud de la palabra, en la distribución léxica, en las locuciones, entre otras posibilidades.
Esto indica que a nivel teórico se requieren conocimientos sólidos de las diversas áreas de lingüística: fonética, fonología, morfología, sintaxis, semántica, pragmática. Y también se requiere del lado creativo para poder aplicar el conocimiento de manera eficiente, a fin de obtener pruebas cuyo grado de probabilidad sea alto.
AIC: ¿Cómo suma este proyecto a otros que ha desarrollado anteriormente?
CMF: En 2010 terminé el primer proyecto enfocado en esta interdisciplina. Publiqué en coautoría el libro Elementos de Lingüística jurídica. Deconstrucción conceptual: Herramientas hacia la interpretación normativa. Se muestra cómo la lingüística proporciona herramientas muy útiles a los especialistas en el área de derecho. Por ejemplo, en la interpretación de normas, argumentación, análisis de enunciados ambiguos, entre otras posibilidades.
En dicho texto expongo un capítulo relativo a una prueba de autoría efectuada; es decir, se demuestra que la lingüística forense es una realidad que ya no podemos dejar de lado y es necesario hacer investigación para mejorar los procedimientos realizados en las pruebas.
Se une también al proyecto que ha desencadenado la escritura del libro Cuando la forma es fondo: estudios de técnica legislativa y legilingüística, que saldrá publicado este 2015. En él se trabajó en la misma interdisciplina: lenguaje-derecho, haciendo énfasis en cuestiones de técnica legislativa.
AIC: ¿Qué herramientas proporciona la lingüística a los especialistas en derecho?
CMF: Depende del área en derecho. Por ejemplo, en la interpretación de normas, se puede emplear la clasificación de ambigüedades hechas en el área de lingüística, aunada al uso de árboles sintácticos que permiten clarificar y entender al especialista en derecho la manera en cómo funcionan algunas de esas ambigüedades.
En el área de técnica legislativa, la lingüística proporciona pautas de redacción que pueden llevar a cumplir con normas que exigen que los escritos sean claros, precisos y sucintos. En las pruebas de autoría (peritajes), se tiene el conocimiento generado en las diversas áreas de lingüística que se aplica para realizar las pruebas.
AIC: ¿Cuáles son las contribuciones de su proyecto a la ciencia?
CMF: El proyecto impulsa la investigación en un área de aplicación lingüística poco trabajada en México. Permitirá contribuir al establecimiento de requisitos formales y procedimientos que sean cada vez más uniformes y hagan los peritajes más confiables.
Además, permitirá la retroalimentación y mejora de programas de computación empleados en la realización de pruebas de autoría. En pocas palabras, el proyecto permitirá avanzar en el desarrollo de la lingüística forense en nuestro país.
Los casos en que se ha participado son variados: relativos al uso de marcas, de secuestro, homicidio, corrupción de menores, despojo, fraude, entre otros.
AIC: Compártanos por favor un caso en el que ha aplicado la lingüística forense.
CMF: En un caso específico en el que se sospechaba que el abogado demandante había escrito también la documentación que correspondía escribir al juez, se pidió analizar los documentos. Se obtuvo el perfil lingüístico de los documentos que sin duda pertenecían al abogado (documentos indubitados del abogado). También se obtuvo el perfil lingüístico del juez a partir de otros escritos que había realizado en casos diferentes (documentos indubitados del juez).
Luego se compararon ambos perfiles con el obtenido en los documentos del caso sobre los que se dudaba que habían sido escritos por el juez (documentos dubitados del juez). La comparación demostró que el perfil de dichos documentos –en especial el del documento del laudo arbitral en que se declaraba ganador del caso (de varios millones de dólares) al abogado demandante– coincidía con el perfil del abogado mismo.
Así, la autoría del texto denominado laudo arbitral no podía atribuirse al juez, y quedó evidenciado el contubernio existente entre abogado demandante y juez. Esta es una manera en que la lingüística contribuye al esclarecimiento de casos que antes no podían develarse de esta forma.
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