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Rodolfo Neri Vela: una interminable misión de divulgación científica

Por Antonio Trejo

México, DF. 7 de marzo de 2015. (Agencia Informativa Conacyt).- En pocos meses se cumplirán 30 años de la histórica misión que convirtió al doctor Rodolfo Neri Vela en el primer astronauta mexicano y en un ejemplo que ha inspirado a varias generaciones de jóvenes para seguir el camino de la ciencia.

Fue el 26 de noviembre de 1985 cuando un joven especialista en comunicaciones y electrónica, con gran profesionalismo y dedicación, llevó hasta el espacio exterior el prestigio de las instituciones educativas y científicas de México.

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Como parte de la tripulación de la misión STS-61-B, a bordo del Transbordador Espacial Atlantis, Neri Vela, un egresado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizó –durante los siete días del viaje– experimentos diseñados por la comunidad científica del país, que posteriormente fueron ampliamente difundidos por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Rodolfo Neri Vela comparte reflexiones a propósito de su histórica misión en el espacio, documenta las actividades que actualmente realiza en favor de la divulgación científica y expresa sus deseos para que los servicios que prestó a México no se olviden.

“Todas las agencias espaciales aprovechan los conocimientos de sus astronautas nacionales, celebran los aniversarios simbólicos de sus logros, y México no puede ser la excepción. Sería absurdo y antipatriótico no hacerlo, más ahora, cuando nuestra juventud  necesita modelos que la inspiren”, explica con motivo del trigésimo aniversario de su misión en el espacio.

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El precio del éxito

El suave aterrizaje del transbordador Atlantis en la base Edwards, en California, y el cálido recibimiento del personal de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) el 3 de diciembre de 1985, contrastó con el ambiente que en ciertos círculos le esperaba a Neri Vela en México, independientemente del gran cariño y admiración que recibió y aún conserva de la mayoría de la población mexicana, según declaraciones del propio astronauta.

Aunque su misión espacial resultó un éxito, realizó con profesionalismo todos los experimentos propuestos por los científicos mexicanos y el satélite Morelos II se colocó en órbita sin contratiempos, Neri Vela asegura que no recibió el reconocimiento que había esperado por parte de la élite académica.

“Me encontré con muchas envidias, comenzando por varios de los finalistas que se quedaron en la recta final del concurso, que querían ir a la NASA, al espacio, obviamente fue una gran oportunidad y muchos no quedaron conformes con el resultado. Así es la condición humana”, dice.

Él subraya que se limitó a cumplir con los requisitos de la convocatoria que emitió la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), de donde se seleccionaría al especialista (hombre o mujer) que viajaría al espacio. “Yo no era amigo de funcionarios ni de políticos, no llevé cartas de recomendación de ningún gran empresario para mi selección”, aclara.

A partir de su regreso a México “me di cuenta que no todo iba a ser color de rosa”, reconoce con pesar. “Cuando escribí mi primer  libro sobre satélites, siendo yo el único astronauta y el único profesor universitario que había escrito sobre satélites, me lo rechazaron en el Fondo de Cultura Económica (FCE)”, recuerda.

El rechazo a la publicación de su libro no lo desanimó y buscó a la editorial McGraw-Hill que lo publicó con gran éxito en México y luego en España.

De acuerdo con el doctor, una serie de actitudes de un sector de la comunidad científica se empeñaban en demeritar su trabajo por el país. 

“Ahí no terminó la ingratitud de ciertos grupos, que por un lado decían que mi entrenamiento había sido muy corto, que yo no era astronauta, que los experimentos mexicanos eran muy sencillos, que todo estaba mal hecho”, enumera.

Esas actitudes negativas “me dolían, pero lo superaba”, reconoce. “Yo sentía que mi trabajo por México lo había hecho con seriedad, que había dejado un precedente de logro, de profesionalismo en la NASA; sabía que yo había aprendido mucho, que podía comunicarlo, nunca tuve duda de mis conocimientos, siempre quise aprender más y por eso decidí escribir libros”.

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Más de 20 libros –entre textos para estudios universitarios de ingeniería en telecomunicaciones y sobre divulgación científica– documentan su trayectoria como escritor. Además, durante varios años tuvo una columna de divulgación científica en el periódico de circulación nacional El Universal.  

Su labor como escritor la complementó a finales de los años 80 como conductor del programa de televisión del Conacyt llamado Cambio, antes de la privatización de Imevisión; también condujo la serie educativa Cuestión de Espacio, para el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa (ILCE), que se transmitió por el Canal 22. Recientemente ha sido invitado por el canal National Geographic para participar en varios capítulos dedicados al tema de la exploración del espacio.

¿Demasiado famoso?

A su regreso del espacio, la popularidad y el enorme poder de convocatoria del joven astronauta, que saturaba y cautivaba cualquier auditorio en México, también fue motivo de envidias para un sector de la academia, refiere: “Algunos me veían como un showman, como alguien muy famoso que no era tan sabio o tan listo como ellos: envidia, mucha envidia”.

En la propia UNAM se organizaron coloquios o simposios sobre actividades espaciales a las que Neri Vela no era invitado a participar, a pesar de su destacada trayectoria docente en la Facultad de Ingeniería y de ser el único astronauta mexicano, menciona.

“Antes de irme a entrenar a Houston, el doctor Jorge Carpizo nos invitó a los tres finalistas del concurso a un brindis, nos dijo que estaba muy contento porque los tres éramos exalumnos de la UNAM, pero no hubo nada más”, recuerda. “Cuando regresé, le envié una carta y le anexé una medalla conmemorativa de la NASA, como obsequio”.

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Actualmente jubilado, luego de 30 años de labor docente en la UNAM, Neri Vela mantiene una intensa agenda de actividades en favor de la divulgación científica, que incluyen conferencias, presentaciones de libros y proyectos.

“En general, poniendo todo en la balanza he tenido muchas satisfacciones. Mucho cariño de la gente, mucha admiración”, reconoce.

Con sus propios recursos –provenientes de una pensión– ha financiado la reimpresión de su libro México en el espacio (el planeta azul), donde documenta a detalle y con abundantes fotografías su misión en el Transbordador Espacial Atlantis.

Apoyo institucional

De acuerdo con Neri Vela, el Conacyt fue la institución que más valoró su contribución al desarrollo científico de México y encabezó un amplio esfuerzo para difundir su obra.  

Los resultados de la serie de experimentos que el doctor realizó en el espacio fueron publicados por los científicos que los diseñaron, en los números 72 y 73 de la revista Ciencia y Desarrollo, en enero y marzo de 1987, respectivamente. “Con esto México escribió una más de las gloriosas páginas de la historia de la exploración espacial y contribuyó a la ciencia universal”, dice. Durante años, Neri Vela también publicó varios artículos arbitrados de divulgación científica en la misma revista.

“En aquella época, el Conacyt se dio cuenta de que lo que yo había hecho significaba mucho para la juventud, por eso me invitaron a ser conductor de su programa de televisión, me invitaron a escribir libros y a impartir muchas conferencias que se llenaban de jóvenes, en donde muchos no alcanzaban a entrar”, recuerda.

Una misión que aún no termina

La relación profesional que en 1985 inició entre el científico mexicano y la NASA no concluyó con la misión que colocó en órbita el satélite Morelos II.

A lo largo de tres décadas, Neri Vela ha cultivado y fortalecido un vínculo profesional con los directivos de la agencia espacial del gobierno de Estados Unidos, que oficialmente lo presenta como el primer astronauta mexicano.

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Conferencias, encuentros, intercambio de experiencias y reconocimientos han marcado la agenda de actividades entre el mexicano y la NASA en las últimas tres décadas.

El pasado mes de febrero se escribió una página más de esta larga y fructífera relación, con una visita al Centro Espacial John F. Kennedy, en Florida, Estados Unidos.

“En la NASA hay un programa de divulgación científica los 365 días del año en el que siempre hay un astronauta de algún país; cuando a uno le toca ser el astronauta de planta por varios días, damos varias pláticas en un gran auditorio en el Centro Espacial John F. Kennedy, para los turistas de muchos países”, explica.

Neri Vela asiste en agradecimiento a la NASA por la oportunidad que tuvo de viajar al espacio. Allá imparte conferencias y pláticas que lo ponen en contacto directo con gente que se sorprende al conocerlo.   

“Gente de varias nacionalidades y todas las edades se enteran con sorpresa de que México tuvo su primer astronauta hace 30 años, me felicitan porque les gusta la forma en la que les explico todo sobre la historia de la NASA, los orbitadores, la vida en el espacio, y la actual Estación Espacial Internacional”, dice.

Entre docenas de colegas que trabajan en el Centro Espacial John F. Kennedy, no se olvida de visitar a un viejo amigo de 70 toneladas de peso y 32 metros de largo: el Transbordador Espacial Atlantis, que desde julio de 2013 se exhibe permanentemente en el centro de visitantes. “Los transbordadores fueron jubilados, como yo, en 2011”, dice con buen humor.

Ahí también se exhiben, en un sitio destacado, los 135 escudos de todas las misiones de la flota de transbordadores de la NASA, que estuvieron en servicio de 1981 a 2011. Entre ese mosaico de escudos destaca, para Neri Vela y todos los mexicanos que visitan el lugar, el que corresponde a la histórica misión STS-61-B.

“Ese es el único escudo donde aparece la bandera de México, junto a mi apellido”, dice con gran orgullo.

En México, el doctor Neri Vela ha desarrollado una importante labor de divulgación científica. Sus experiencias como astronauta, escritor, conferencista, profesor e ingeniero lo convierten en un referente obligado en el tema de la exploración espacial y en un modelo de inspiración y motivación para la juventud.

En colaboración con el gobierno del estado de Puebla, ha conducido las Jornadas de Divulgación de la Ciencia y el Espacio, un programa institucional que mediante ciclos de conferencias magistrales fomenta el interés por la ciencia y la tecnología entre estudiantes de todos los niveles educativos, docentes y la población en general.

Como continuidad de sus actuales labores, el pasado 1 de marzo presentó en la Ciudad de México, en el marco de la XXXVI Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, la nueva edición de su libro de texto universitario Comunicaciones por satélite –con más de mil páginas–, publicado por la Universidad Veracruzana (UV).

“Me causa gran satisfacción que los jóvenes estudiantes me buscan y hacen largas filas para estrechar mi mano, tomarse la foto y pedirme que escriba una dedicatoria en un ejemplar de alguno de mis libros”, comenta.

Son precisamente los jóvenes los que integran la mayoría de la copiosa audiencia en sus conferencias magistrales y que buscan conocer al primer astronauta mexicano.

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