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Protegen la naturaleza desde un laboratorio

Por Nistela Villaseñor

México, DF. 29 de mayo de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Estudiar con cuidado el tipo de fertilizantes, herbicidas, plaguicidas, insecticidas o cualquier producto químico utilizado en el campo mexicano y a nivel mundial, derivará en un balance más redituable y evitará quejas en una o dos décadas, como ya ha ocurrido.

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Así lo expresó Alejandro Córdoba Aguilar, doctor en Filosofía de la Ciencia por la Universidad de Sheffield, Inglaterra, e investigador en el Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

prot6“Estoy de acuerdo en que es importante el uso de estos químicos, pero cuando pones en riesgo la vida de mucha gente, tienes que retomar la idea y ver hasta qué punto debemos seguir utilizando esto y no otras cosas”, afirmó en entrevista.

El especialista comentó que de cuatro años a la fecha, él y su equipo de investigadores reflexionan profundamente sobre los temas que abordan. En particular, dijo, se plantean qué tanto de los resultados que obtienen en el laboratorio pueden mejorar las condiciones de vida de la gente.

Colapso de la colmena

Una de las líneas de estudio es la relacionada al fenómeno del colapso de la colmena. El especialista señaló que, pese a que ocurre en México desde hace varias décadas, no había investigaciones al respecto. “Estamos apenas echando a andar el proyecto”, señaló el doctor.

“Estamos haciendo encuestas con los apicultores para ver si ellos han detectado descensos en la producción de miel, que de alguna manera se puedan interpretar como respuesta a este problema”, indicó Alejandro Córdoba.

Según el especialista en biología y ecología de insectos, este fenómeno tiene que ver con abejas obreras que enferman y abandonan las colmenas.

Al abandonar la colmena, describió el entrevistado, la fuerza de trabajo que tienen las obreras –que es el aporte esencial en la vida de un panal o colonia– se viene abajo; no pueden llevar miel ni mantener nuevas abejas o larvas. Sin alimento, la colmena se queda con la reina, con las bebés y con los machos zánganos –que no trabajan y solo se aparean con las reinas–, y no sobrevive.

“Los apicultores notan que de pronto sus colmenas están vacías. Tiene pérdidas económicas terribles para muchos países”, advirtió el doctor Córdoba Aguilar.

Desafortunadamente, detalló que hay otros factores, además de la baja producción de miel, que derivan del hecho de que las obreras enfermen. “Al ser las abejas las principales polinizadoras de las plantas de las que dependemos, sería un colapso ecosistémico que la producción de frutos, que es el fin último de la polinización, disminuyera”, aseveró.

prot7Para el doctor Córdoba Aguilar, el problema de la colmena enferma existe desde los años 60 o 70 mayoritariamente en Estados Unidos y países de Europa, pero no asentado con fuentes científicas robustas.

Secundariamente, el investigador y su equipo iniciaron un proyecto de estudio sobre el papel de los agentes efectores del fenómeno del colapso de la colmena en México.

“Creemos que lo que está pasando con las abejas que abandonan las colmenas es que muchos plaguicidas que se han utilizado para matar plantas o especies de plantas que no son benéficas tienen efectos secundarios. Se depositan en los nectarios, y las abejas, cuando van y colectan el polen y el néctar, se alimentan de estos insecticidas”, afirmó.

Los insecticidas afectan el sistema nervioso y el sistema inmune de las abejas, aseguró el investigador: “Se ha visto que se enferman más fácilmente y les es difícil reconocer dónde está su colmena; no pueden regresar. En realidad no es que se escapen o se vayan sino que no saben dónde está su casa originalmente”.

Córdoba Aguilar señaló que su laboratorio se está acercando al problema desde el punto de vista fisiológico e inmunológico de las abejas, en este caso, con patógenos en México.

“Empezamos por el sistema inmune, que es una de las fortalezas de este laboratorio pues conocemos muy bien el sistema inmune de los insectos. Queremos saber si las abejas expuestas a plaguicidas efectivamente son más susceptibles a enfermarse a los patógenos comunes que encuentran en la naturaleza, organismos con los cuales naturalmente podrían o han podido lidiar, pero ahora con el efecto del plaguicida no lo pueden hacer”, indicó.

prot5El problema se puede revertir

Afortunadamente, la situación en México respecto a esta problemática no es como la de Estados Unidos, aseguró el especialista. En nuestro país, la producción de miel y los cultivos son más artesanales; y el uso de químicos en general es menos intenso que en el país vecino del norte, lo cual es bueno porque se tiene un punto de acción más fácil.

“En otros lugares están y van a estar depositados por muchos años estos químicos en el suelo. En México la situación no es tan grave. Podemos tener más alternativas de cambio y tratar de revertir esta situación”, consideró Córdoba Aguilar.

Como lo expresó el doctor, una vez que su equipo de investigación encuentre que los plaguicidas son parte causal del fenómeno del colapso de la colmena, la idea es tratar de gestionar políticas más benévolas con el medio ambiente.

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“Estoy de acuerdo en que hay ciertos compuestos químicos que necesitamos para que la producción de frutos y miel se mantenga, pero también estoy consciente de que el balance en pro de tener esta producción debe ser positivo más que negativo”, afirmó.

El objetivo del doctor Córdoba Aguilar es que la información que su laboratorio pueda proveer sirva de mecanismo de toma de decisiones para que tanto industriales que se dedican al control de plagas, como gobernantes y personas que usan estos productos, tomen una decisión benévola con el medio ambiente.

“No es que nosotros vayamos a dar las soluciones, pero sí aportar datos duros para que esto se replantee”, aseguró el experto.

Pruebas de laboratorio

El equipo de investigación del doctor Córdoba Aguilar tiene abejas en apiarios, las cuales son sometidas a tratamientos: las infectan con patógenos como ácaros –para las abejas es como si se tratara de pulgas o piojos porque se alimentan de ellas–; estos se plantan alrededor de su piel y con un aparato bucal parecido a una jeringa empiezan a chuparlas.

“Infectamos las abejas con estos bichos; a su vez, las exponemos a diferentes niveles de plaguicidas en su alimentación: alto y bajo; y vemos qué tan mal les va cuando también las exponemos a los ácaros”, explicó.

protEl especialista indicó que posteriormente sustraen sangre de las abejas y miden la respuesta inmune. Observan en particular sus células, mismas que hacen que la abeja pueda lidiar contra los ácaros.

A veces la respuesta inmunológica de la abeja hace que sus células se adhieran alrededor de esa jeringa del ácaro, la encapsulan, la aíslan y evitan que este chupe sangre, destacó el investigador.

La acción de las células de las abejas, agregó, se analiza a través de cortes de insectos infestados por ácaros. “Verificamos si las abejas tienen células adheridas a dicha jeringa; observamos además la acción de otros compuestos que las abejas tienen –como toxinas– para envenenar directamente a su agresor; si las están echando a andar cuando ya están expuestas a los plaguicidas o cuando no están expuestas; y tratamos de estimular la complejidad de las situaciones que tienen ellas allá afuera en condiciones controladas”, detalló.

El doctor Alejandro Córdoba Aguilar, quien es miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), compartió que considera su labor como “fascinante”, porque “nos permite escarbar y asomarnos a lo que está pasando dentro del animal”.

“Tratamos de entender la naturaleza, lo que ve la gente y lo que pasa afuera, con los mecanismos del laboratorio, con lo que sucede dentro del animal”, concluyó el especialista.

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