Andrew Almazán, el joven médico que abrió su propia escuela para sobredotados
Boletín de prensa
4145/2016
Ciudad de México. 10 de noviembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Recordar qué era lo que más anhelábamos a los dos años de edad no es algo común, pero Andrew Almazán Anaya parece encontrar bastante natural evocar el momento en el que pidió un globo terráqueo como regalo para su tercer cumpleaños.
“Recuerdo que desde los dos años ya era muy inquieto y me preguntaba cosas como ¿por qué funcionan los aparatos? Quería saber sobre astronomía, sobre biología, preguntaba mucho sobre varios temas. Allí fue cuando me interesé por un globo terráqueo, un regalo muy atípico para un niño de dos años”, comenta el joven médico.
Desde la temprana infancia, sus padres tuvieron indicios de la sobredotación intelectual de Andrew, pero fue hasta los cuatro años —momento en que ingresó a la escuela— cuando se le hizo un diagnóstico formal. A esa edad Andrew Almazán ya sabía leer y escribir, lo que le trajo algunos problemas escolares; sus profesores pensaban que tenía un problema de desarrollo por buscar aprender de temas que no correspondían a su edad.
Al realizarle un diagnóstico psicopedagógico le dijeron que era un niño sobredotado, pero que también tenía trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), debido a este último diagnóstico, dijeron que debía ser sometido a un tratamiento para normalizar su comportamiento.
En la actualidad, gracias a los avances en las ciencias médicas, se sabe que este doble diagnóstico no es posible. Pero en 1999, cuando Andrew recibió los dos diagnósticos, le dijeron que debía recibir un tratamiento con medicamento para tratar el TDAH.
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