Cáncer y enfermedades cardiovasculares en el aire de la CDMX
Boletín de prensa
5858/2017
Ciudad de México. 3 de agosto de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- “El problema de la contaminación del aire es que no se ve, hasta que se ve”, es decir, hasta que la concentración de compuestos tóxicos es tan alta que se convierte en un problema para la salud. De hecho, la contaminación del aire ha sido clasificada como cancerígena para los seres humanos según la IARC.
Pero dentro de la enorme cantidad de contaminantes atmosféricos sobresalen por su toxicidad las partículas suspendidas, el único componente que de manera particular ha sido clasificado como carcinógeno.
Cuando un combustible es quemado, al encender un auto o al realizar un proceso industrial, cuando hay un incendio accidental o intencional, o incluso cuando se quema basura, se liberan al ambiente minúsculas fracciones de sólidos, diminutas gotas de líquidos o partículas formadas por la mezcla de ambos, que pueden llegar a ser más pequeñas que una célula humana. Estas son las partículas suspendidas y dependiendo de su tamaño pueden llegar a la parte más interna de los pulmones y penetrar al torrente sanguíneo, donde se repartirán a otros órganos del cuerpo.
Omar Amador Muñoz es investigador en el Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM y dedica gran parte de su tiempo de trabajo a estudiar las partículas suspendidas. Para él, este variado grupo de sustancias es el mayor problema de la salud humana cuando se habla de contaminación atmosférica.
Esto, debido a que las partículas suspendidas pueden estar formadas de sustancias orgánicas, como hidrocarburos, o sustancias inorgánicas, como hierro, cadmio y otros metales; de allí que se asocien a enfermedades como el cáncer de pulmón, de vejiga, los accidentes cerebrovasculares, la aterosclerosis, enfermedades del sistema inmunológico, enfermedades neurológicas, como el párkinson y el alzhéimer, y recientemente con diabetes.
AN/SP/FV/5858/2017