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Una jornada de evolución, astronomía ¿y monstruos?


Por Pablo Miranda Ramírez

Guadalajara, Jalisco. 30 de noviembre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Con macabros detalles, los monstruos de la literatura han sacado un susto y alguna risa a más de uno. Personajes como Frankenstein o Drácula son solo dos de los personajes de la cultura popular catalogados como monstruos, pero, con sus características peculiares, estas figuras de los libros no se alejan tanto de la realidad.

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Como parte del programa "La FIL también es ciencia", los salones de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) han sido sede de distintas actividades para conocer más sobre física, astronomía, biología, evolución, matemáticas, entre otros temas, y cómo algunos de estos tópicos se relacionan directa o indirectamente con los libros y la literatura.

La maestra María Emilia Beyer, divulgadora científica y autora del libro Monstruos, sueños y otros cuentos vistos desde la ciencia, explicó que la ciencia y la literatura no están muy alejadas una de otra, e incluso las historias, aparentemente ficticias, que se narran en los libros también contemplan panoramas o contextos que la ciencia ha buscado explicar.

EmiliAbeyer_1811sd.jpgMaría Emilia Beyer.Por ejemplo, la divulgadora habló sobre Drácula y los vampiros, personajes famosos por alimentarse de sangre humana. Beyer mencionó que el miedo a estos seres se originó en varios lugares del mundo; no obstante, el mito empezó a crecer antiguamente en lugares donde no habitaban murciélagos chupasangre que confirmaran que efectivamente se trataba de una forma natural de alimentación animal.

“¿Se imaginan el terror absoluto que pudieron haber generado? A pesar de que la ciencia hoy nos demuestra que de las casi mil especies de murciélagos que habitan en el mundo solo tres son hematófagas, es decir, chupan sangre, seguimos viendo un murciélago y salimos corriendo asustados”, mencionó Beyer.

Estos “monstruos”, además de ser los únicos mamíferos voladores, también tienen un papel crucial en la polinización de plantas que se explotan comercialmente, como el agave azul (Agave tequilana) que se utiliza para la producción de tequila y mezcal.

Otro de estos personajes macabros de la literatura se encuentra en el libro Frankenstein, donde un monstruo es creado por un científico loco a partir de fragmentos humanos. Beyer recordó que el concepto que se aborda en la obra también fue contemplado por los experimentos del italiano Luigi Galvani, quien trabajó con la electricidad y su descubrimiento en el sistema nervioso de los seres vivos.

“Hay mucha de esta realidad de la investigación científica detrás de la ficción que nutre el increíble y maravilloso talento, intelecto e imaginación de la calidad literaria”.

Nuestro papel en el universo

Además de esta charla, la FIL también fue ciencia con la presentación El universo en que vivimos, una plática en la que el astrónomo chileno Ricardo Demarco compartió un poco sobre astronomía, galaxias, el universo y cómo nosotros estamos relacionados de alguna forma con los inmensos cuerpos celestes más allá de la Vía Láctea.

“Esta plática es un intento de acercar la astronomía a nosotros y mostrar que esos objetos tan grandes como las estrellas o las galaxias están mucho más cerca de cada uno de nosotros”.

El investigador mencionó que el universo está conformado de una inmensa diversidad que se puede observar en especies, desde las más simples como las bacterias, hasta complejos como los mamíferos, y todos estos seres están conformados de materia que alguna vez pudo haberse formado en la colisión de dos objetos celestes como estrellas o agujeros negros.

“Hay estrellas masivas que pueden producir una serie de átomos hasta llegar a átomos como el níquel o el fierro, y llegan a una etapa en que producen otros átomos que empiezan a distribuirse en forma de capas”, explicó el científico. Estos objetos acumulan 

DEmarco_1811_SD.jpgRicardo Demarco.

elementos que pueden convertirse en energía y eventualmente colapsa y explota.

Cuando estos objetos explotan pueden producir elementos como oxígeno, nitrógeno o hidrógeno, que se acumulan en forma de nubes de polvo que posteriormente pueden convertirse en planeta, y si existen las condiciones, generar vida, como pasó en la Tierra.

Evolución en nuestros días

Aunque a lo largo de la historia ha habido extinciones de especies, este proceso puede considerarse natural, aunque no siempre ocurre así. ¿Vamos camino hacia la extinción?, cuestionó el doctor Héctor Arita Watanabe, investigador del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La respuesta es sí, señaló el científico, miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), quien compartió el escenario en que puede ocurrir esta situación. Arita Watanabe mencionó que hay especies extintas como el dodo, el mamut o los dinosaurios, pero no todos ellos han desaparecido por completo, sino que se adaptaron para sobrevivir.

“Si tienen una moneda, vean qué animal aparece en los pesos mexicanos: el águila, que es un dinosaurio. No todos los dinosaurios están extintos, solo que en la actualidad los llamamos por otro nombre: aves. Todas las monedas mexicanas tienen un escudo nacional que incluye un dinosaurio”, explicó el investigador.

800JurP_1811.jpgLa extinción ocurre cuando muere el último individuo de una especie sin dejar descendencia, añadió Arita Watanabe; sin embargo, explicó que este proceso es inevitable, aunque no necesariamente debe ocurrir en la actualidad. El doctor aseguró que todos los seres vivos van camino a la extinción, pero no siempre es un riesgo inmediato.

Para ilustrar el tema, el investigador recordó las películas de Jurassic Park y bromeó al decir que la vida en la Tierra no hubiera sido tan divertida si no hubieran ocurrido las extinciones. Sin embargo, señaló que a pesar de que la muerte de especies es inevitable y natural, es necesario trabajar para evitar que estas extinciones naturales sean cometidas por el que consideró el animal más peligroso: el ser humano.

“La extinción, así como la muerte, son parte del proceso biológico natural, y es lo que permite que haya diversidad”.

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