Mito: Hacer ejercicio aumenta el apetito


Por Génesis Gatica Porcayo

De acuerdo con la organización mundial de la salud, llevar una alimentación sana ayuda a prevenir la malnutrición en todas sus formas.

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La composición exacta de una alimentación saludable, equilibrada y variada depende de las necesidades de cada persona (por ejemplo, de su edad, sexo, hábitos de vida, ejercicio físico) y en este último parámetro se hace más énfasis al explicar que los requerimientos nutricionales en una persona que tiene actividad física varía con el objetivo de tener un mayor rendimiento.
Como consecuencia, uno de los tantos mitos que existen en la práctica deportiva es que el ejercicio aumenta el apetito y hace que comamos mucho más, incluso en mayor cantidad de lo que se gastó en el ejercicio.

¿Cuánta realidad hay en esta creencia? De acuerdo con estudios de investigadores del Instituto de Medicina de Estados Unidos, esta creencia es en parte cierta, ya que al realizar ejercicio el organismo tiene un registro del desgaste físico y manda señales  avisando que las reservas se han gastado y así se produce el apetito, pero de ahí a que se coma tanto al grado de superar lo gastado, es donde radica el verdadero mito. 

El Instituto de Medicina menciona que hay que tener en cuenta que al hacer una actividad de larga duración podemos gastar bastantes calorías, por lo que es normal que tengamos más hambre y que comamos más, pero en el caso de la mayoría de la gente que hace ejercicio come más o menos lo mismo que antes, la diferencia no es significativa. Caso aparte es el de los deportistas de élite. 

Un ejemplo es el siguiente: correr durante una hora a intensidad suave puede hacer que se gasten de 500-700 kcal, esto supone más o menos el 20-25% de las necesidades calóricas de una persona estándar. Ese incremento de apetito puede hacer que comamos más, pero al ser el desgaste amplio no se suele superar, en todo caso igualar lo gastado.

Es el ejercicio de alta intensidad el que abre más el apetito  al conllevar un gran desgaste. Un ejercicio moderado no llega a alarmar tanto al organismo por desgaste como para dar una llamada de atención al apetito. Por tanto sugieren no tener miedo de que el hambre llame a la puerta después de hacer ejercicio, es algo normal y necesario para recuperarse del esfuerzo y es importante saber seleccionar los alimentos que se comen después de la actividad.

 

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