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Memorias de una transformación en la salud

La carrera de Medicina no sólo es el hecho de absorber los conocimientos necesarios para diagnosticar enfermedades y brindar los tratamientos adecuados, es más que eso. La empatía hacia nuestros pacientes debe estar incluida en nuestro día a día.

Esta proximidad con los pacientes la comencé a llevar a cada consulta médica, pues las enfermedades no resultaban ser la historia completa de cada una de las personas que atendía; necesitaba escucharlos y entender sus entornos socioeconómicos, psicológicos y familiares para establecer una relación médico-paciente efectiva que me permitiera conocer cómo los podría ayudar.

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En 1997 me enfrenté a un paciente que varios colegas habían examinado y al cual continuamente brindaban tratamientos, sin embargo, su enfermedad no cesaba, pues era una bomba de tiempo a punto de estallar.

Cuando tomé aquel reto me encontraba temeroso pero decidido a afrontarlo. Me sumergí en su historial médico, estudié sus condiciones sociales, económicas y psicológicas, creé vínculos entre organizaciones e hice que más profesionales de la salud se interesaran en colocar al paciente en el centro de nuestras decisiones.

La situación era compleja, pero jamás nos dimos por vencidos. Llegó un momento en que aquellos cambios en los cuidados paliativos, producían grandes diferencias en el bienestar del paciente. Años más tarde y después de muchas dificultades, lo logramos dar de alta pero continuaba en constante monitoreo para mantener bajo control su enfermedad.

Quizás se estarán preguntando ¿quién era aquel paciente y qué dolencia tenía? Se llamaba sistema de salud y padecía los efectos secundarios de la disfuncionalidad del sistema sanitario de los Estados Unidos (EE.UU). Desafío al que dediqué 15 años de mi vida como director del hospital público Bellevue, en Nueva York, EE.UU.

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Por México y un bien común

Desde hace cuatro décadas he venido transmitiendo la importancia de la relación médico-paciente y más ahora con mi libro “Doce pacientes: vida y muerte en el Hospital Bellevue” y la serie de streaming “New Amsterdam”, experiencias que me han llevado a coincidir con iniciativas como Nunca más sin ellos de la empresa mexicana Laboratorios Silanes, la cual promueve el mismo ideal, que es colocar al centro de nuestras decisiones al paciente para elevar su voz y de este modo seguir haciendo de la vida una historia saludable.

Los tiempos han cambiado y dicho binomio debe verse beneficiado con el uso de la tecnología. Por ejemplo, Silanes creó una plataforma tecnológica (www.medpoint.com.mx) que funciona como un punto de encuentro entre médicos y pacientes, en la que ambos encontrarán de manera gratuita información especializada sobre distintos padecimientos, además de guías de alimentación, cuidados, ejercicios y salud emocional en distintos formatos como videos, artículos e infografías que apoyarán al tratamiento integral de pacientes, familiares y cuidadores.

Cabe resaltar que sin los pacientes no seríamos médicos. Sin duda ellos nos hacen pensar en nuevos modelos de liderazgo, centrados en las conexiones humanas y en la búsqueda de transformaciones profundas logrando lo inimaginable con una simple pregunta:¿Cómo puedo ayudar a seguir haciendo salud bien hecha en México y el mundo?

De acuerdo con la plataforma de análisis DataMéxico, actualmente en México existen 904 mil médicos, enfermeras y demás especialistas en salud[1], que felicito por la gran labor que han realizado en estos tiempos, pero sugiero consideren que la relación médico-paciente es necesaria para el bienestar de la humanidad.

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