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Plantas medicinales para tratar trastornos mentales


Por Violeta Amapola Nava 

Ciudad de México. 11 de julio de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- El mal de ojo, el espanto y la alferecía son padecimientos que han sido tratados desde la época precolombina por la medicina tradicional mexicana mediante la herbolaria. Pero, actualmente, también la medicina occidental se ha interesado por analizar los efectos que tienen las plantas medicinales sobre la salud, principalmente intentando pescar las moléculas que podrían convertirse en nuevos fármacos para los padecimientos contemporáneos.

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Así, el Laboratorio de Fitofarmacología del Instituto Nacional de Psiquiatría surgió por el interés del doctor Juan Ramón de la Fuente de explorar de manera formal el uso de las plantas medicinales y su impacto sobre las enfermedades psiquiátricas, explica Rosa Estrada Reyes, investigadora responsable del laboratorio.

Este laboratorio se encarga de analizar la parte química y farmacológica de las plantas utilizadas en la medicina tradicional mexicana. Actualmente, sus investigaciones se han enfocado en estudiar los compuestos activos en las plantas vasculares denominadas toronjiles, específicamente, los flavonoides.

Los flavonoides son moléculas que han demostrado tener efectos tranquilizantes, pero sus características fisicoquímicas no han permitido que se conviertan en un medicamento efectivo. El objetivo del grupo de investigación del laboratorio es mejorar estas características para obtener un fármaco competitivo que ayude a tratar problemas como la ansiedad. 

Padecimientos tradicionales traducidos a enfermedades actuales

“México tiene muchos antecedentes históricos del uso tradicional de plantas con efectos sobre el sistema nervioso central, incluso plantas conocidas por su capacidad de alterar la mente, encontrar los compuestos detrás de esta actividad farmacológica es nuestro principal interés”, comenta la doctora Estrada Reyes.

Toronjil blancoUno de los retos que enfrenta el Laboratorio de Fitofarmacología es asociar los padecimientos ancestrales, incluso precolombinos, con los que identificamos actualmente. La dificultad radica en traducir las dolencias de poblaciones con cosmologías hacia las sufridas por la cultura occidental, pues existen muchas diferencias en cuanto a las creencias sobre las causas y el origen de las enfermedades.

Por ejemplo, explica la doctora Estrada Reyes, no es lo mismo un ataque de alferecía, como se le llamaba antiguamente, a un trastorno epiléptico, que es como lo reconoceríamos ahora. Este padecimiento era incluso considerado como un don que los dioses otorgaban, factor que en la medicina moderna no tiene cabida, señala la investigadora.

Existen elementos espirituales, religiosos y en general culturales que dificultan encontrar un equivalente exacto entre padecimientos. Por ejemplo, no es fácil afirmar que una enfermedad de pérdida del alma es exactamente lo que hoy conoceríamos como trastornos de ansiedad.

Sin embargo, esa brecha ha ido disminuyendo desde que la Organización Mundial de la Salud puso interés en el tema. Pues las afecciones, que se curaban por chamanes y curanderos dentro de un entorno mágico, han ayudado a entender los padecimientos antiguos y sus formas de tratamiento.

Moléculas en vez de plantas

“Estos síndromes tienen las mismas bases bioquímicas que subyacen a los trastornos de ansiedad, epilepsia o depresión. Y nosotros intentamos encontrar moléculas dentro de la medicina tradicional que nos ayuden a diseñar fármacos para tratarlos”, recalca la investigadora.

La medicina moderna no pretende utilizar las plantas como tratamiento, sino las moléculas que producen las plantas para poder sintetizar en un futuro fármacos que compitan con los medicamentos existentes que se utilizan para tratar trastornos psiquiátricos.

Moléculas activas en los toronjiles

El Laboratorio de Fitofarmacología se ha especializado en el estudio de los toronjiles como plantas medicinales, las cuales han sido empleadas ampliamente para tratar padecimientos que ahora se considerarían como trastornos mentales.

Conforme el grupo de investigación se fue adentrando en los estudios, descubrió que los toronjiles era una familia de plantas increíblemente vasta, conformada por variedades muy diferentes entre sí.

“Nos dimos cuenta de que se le llama toronjiles a casi cualquier planta aromática, que por la simple característica de tener un olor agradable ya da una recompensa, una sensación de tranquilidad y bienestar”, comenta la doctora.

Hasta la fecha, el grupo de investigación ha estudiado cinco especies de toronjiles y ha encontrado algunos denominadores en común entre estas plantas: sus efectos depresores del sistema nervioso central —tranquilizante, ansiolítico—, y que se utilizan en la herbolaria precisamente para tratar el susto, la pérdida del alma o el espanto.

Una molécula curativa

Las plantas producen compuestos de pesos moleculares pequeños y de función bien definida en sus organismos, estas moléculas son llamadas metabolitos secundarios. Generalmente estas moléculas tienen actividad biológica al ser consumidas por el ser humano.

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Dentro de las cinco especies de toronjiles analizados por el Laboratorio de Fitofarmacología, se encontraron metabolitos secundarios con una estructura común, una estructura de tipo flavonoide.

 “Los flavonoides fueron descubiertos por primera vez en los años 90 por un grupo de electrofisiólogos argentinos que buscaban las benzodiacepinas endógenas. Pero como hasta ese momento estas moléculas no se habían detectado en humanos, comenzaron a buscarlas en plantas con actividad sedante”, narra Rosa Estrada Reyes.

En vez de encontrar benzodiacepinas (fármacos con efectos ansiolíticos, hipnóticos y sedantes), el grupo de argentinos encontró los flavonoides. Lo cual fue un descubrimiento trascendente, que ha permitido la búsqueda de nuevos fármacos.

Los flavonoides en el cuerpo

Los flavonoides tienen efectos tranquilizantes, debido a que se unen a receptores GABAérgicos, que son los principales receptores de inhibición del sistema nervioso central. Hay también indicios de que actúan sobre el sistema serotoninérgico, implicado en los trastornos de ansiedad.

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 Aunque no se sabe exactamente si los flavonoides logran atravesar la barrera hematoencefálica o en qué medida lo hacen, sí existen efectos farmacológicos observables, pero estos son moderados, detalla la doctora.

Lo que las últimas investigaciones indican es que existe un tipo de transportadores ABC (ATP binding cassette) que tiene como función específica ayudar a moléculas que no son liposolubles a atravesar esta barrera que protege al cerebro, y que estos transportadores podrían facilitar la llegada de los flavonoides al cerebro.

Mejorando la molécula

“Últimamente se ha dado lo que yo llamo el boom de los flavonoides. Todo el mundo los recomienda para absolutamente todo, incluso se habla de sus propiedades antioxidantes y existen ya muchos en el mercado, pero desde mi punto de vista tienen una limitante muy importante, no son solubles casi en ningún medio”, detalla la investigadora.

Esta característica de los flavonoides hace difícil su dosificación, además de que la vía de administración con que producen un mejor efecto es la intraperitoneal, la cual no es adecuada para humanos.

Por ello, después de haber logrado el aislamiento, la purificación e identificación de las moléculas, y en colaboración con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el objetivo del laboratorio es mejorar las propiedades de absorción, potencia y eficacia de estos flavonoides.

Lo que se quiere lograr con estas investigaciones es utilizar el flavonoide como andamio molecular, es decir, utilizar la molécula como base para realizar modificaciones en su estructura y así producir una molécula líder que se utilice como fármaco para trastornos mentales, explica la investigadora.

"Siempre estamos buscando la colaboración con expertos de muchas áreas, desde electrofisiólogos, antropólogos sociales, etnobotánicas, farmacólogos. Sin todos ellos sería imposible dar un abordaje holístico al tratamiento de las enfermedades", concluye Rosa Estrada Reyes.

 

 

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