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El sur: una frontera de agua

Por Susana Paz

México, DF. 1 de abril de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Falta de cooperación transfronteriza, desconocimiento y una visión ingenieril que ignora los temas sociales y políticos, es lo que define el tema del agua en la frontera sur del país, según Edith Françoise Kauffer Michel, profesora-investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), unidad Sureste.

Analizar y comparar las dinámicas de conflictos y cooperación en cuencas transfronterizas, centroamericanas y de México, con la finalidad de crear vínculos de colaboración, son los principales objetivos del proyecto que lidera Kauffer Michel, quien es representante del comité técnico académico de la Red Temática de Investigadores sobre el Agua en la frontera México-Guatemala-Belice (Risaf).

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Y es que afirma que toda la investigación que se ha desarrollado en las últimas décadas en el tema de aguas transfronterizas se ha centrado en la relación entre México y Estados Unidos, sin embargo, en la frontera sur hay mucho desconocimiento de lo que sucede.

El proyecto principal en el que colabora, y con el cual se agrupan otros trabajos de colaboración nacional, se llama: Conflictos y cooperación en cuencas transfronterizas del sur de México y de Centro América: dinámicas históricas y realidades contemporáneas.

Al respecto, la académica dijo que “a nivel nacional, se tiene que en la zona donde hay menos agua es donde se encuentra una mayor concentración de la población; para el caso de la región sur-sureste, en términos generales, nos encontramos que es donde hay mayor cantidad de agua. La investigación del agua en México se ha enfocado en el centro y norte del país, donde hay una mayor escasez y concentración de población y riqueza”.

En contraste, afirmó que hay un gran desconocimiento e “ignorancia” de lo que sucede en los temas sociales y políticos en los contextos de abundancia, por lo que en particular el proyecto se enfoca al tema de las aguas trasfronterizas en el sur de México. Abarca toda la relación entre México y sus dos vecinos directos, Guatemala y Belice, en materia de aguas compartidas, pero también llega a Centroamérica y Panamá.

Frontera de agua

Edith Kauffer, quien es doctora en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Aix-Marsella III, en Francia, y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con el nivel II, aseguró que se trata de una frontera de agua.

“Tenemos tres ríos que forman parte de la frontera, el río Suchiate en el Pacífico, el Usumacinta y el Hondo entre Belice y Guatemala, que forman la línea de división internacional. Además, hay un número infinito de arroyos, humedales, cuerpos de agua, lagunas, que tienen una dimensión transfronteriza”, explicó.

Como parte del proyecto hicieron un mapa, con un corte de 30 kilómetros en la frontera entre México y Guatemala, que les mostró que realmente es una frontera de agua; la cual corre principalmente de Guatemala a México.

Por ello, afirmó que el escenario más importante se ubica entre México, Guatemala y Belice, en donde se encuentran las seis cuencas; si bien algunas son pequeñas, la cuenca del río Usumacinta es muy extensa, con alrededor de 76 mil kilómetros cuadrados, que además es donde fluye el río más caudaloso de Centroamérica y México.

Mirada trasfronteriza

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“Un elemento que la investigación arrojó es que no hay cooperación, en el caso de México, Guatemala y Belice, pues estamos hablando de seis cuencas trasfronterizas que abarcan todos esos países centroamericanos. Pero no hay cooperación, a diferencia de lo que ocurre en la frontera con Estados Unidos, aquí no hay tratado, no hay acciones concretas de cooperación en materia de agua”, aseguró.

Ante el hecho de que no exista un acuerdo, un tratado ni cooperación en el tema, los académicos han realizado una propuesta de cuencas trasfronterizas para el caso de México, Guatemala y Belice. En el caso de la relación con Guatemala, afirmó la investigadora, se trata de una relación muy conflictiva, debido a motivos históricos, de cómo se delineó la frontera, lo que ha impedido que haya una buena relación que repercuta en la cooperación en temas de aguas trasfronterizas.

“El tema importante con Guatemala es que se encuentra en la parte alta de todas las cuencas trasfronterizas, que son seis en total. Las seis están compartidas con ese país y una con Belice; por ello, todo lo que hace o no hace con el agua Guatemala tiene repercusiones en la parte mexicana. El agua fluye de ese país hacia México”, explicó.

En cuanto a la relación con Belice, Kauffer Michel aseguró que actualmente hay acercamientos, aunque no haya tratado ni acuerdos, en relación con las aguas compartidas. No obstante, hay cierta dificultad a nivel de los estados nacionales de poder cooperar, por lo que las relaciones locales en torno al agua son intensas.

“Lo que hemos encontrado es que lo que no pueden hacer los estados nacionales lo hace la gente a escala local. También encontramos a esta escala una serie de conflictos en torno al tema del agua, aunque no hay información al respecto. En la literatura no hay datos, y da la impresión de que no hay conflictos pero sí suceden”, aseveró.

Para la investigadora, una conclusión importante del proyecto ha sido la necesidad de rebasar lo que ella denomina la “ceguera fronteriza”, es decir, que la mirada termina en donde empieza la línea internacional del otro país.

“No se ha tomado en cuenta el hecho de que las aguas vienen de otro país. Finalmente también ha sido una ceguera de los propios académicos. Trabajamos muy cerca de la frontera con el otro país, tendríamos que tener una mirada trasfronteriza, porque el agua no conoce fronteras, el agua fluye de un país a otro sin que la línea impuesta por los estados nacionales tenga importancia”, expresó.

Marco legal

Otro elemento determinante es el punto de vista jurídico. Guatemala no tiene ley de agua; Belice tiene una ley de aguas muy reciente, en proceso de construcción, lo que dificulta entrar en cooperación, aseguró.

“Tampoco funciona el marco jurídico mexicano, tal como está. Actualmente hay una gran controversia; la Ley de Aguas Nacionales (LAN) vigente no presenta suficientes elementos para poder desarrollar una visión en torno a las gestión integrada de recursos de aguas trasfronterizas”, opinó.

A partir del proyecto, han hecho a lo largo de los años una serie de propuestas articuladas con otros trabajos, algunas a nivel local; no obstante, ninguna ha prosperado por falta de marco legal, entre otras, dijo la experta.

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“Aparentemente no se percibe que hay un problema con el agua porque hay mucha, es la percepción que se tiene. Y eso hace la gran diferencia con Estados Unidos, donde el tema de la escasez es muy latente”, afirmó.

Panorámica del agua

Para Edith Kauffer, es necesaria una nueva ley de agua no solo para la propia política del agua a nivel nacional, sino para poder incidir en iniciativas trasfronterizas con México y Belice, que sería el primer punto.

“Sin embargo, en este momento vemos en la mesa dos propuestas: la iniciativa de la Conagua, bautizada como Ley Korenfeld, y la iniciativa ciudadana, que parten de dos paradigmas totalmente opuestos y de visiones totalmente diferentes”, expresó.

Según la investigadora, hay un gran desconocimiento de los aspectos políticos y sociales, y de los procesos en las comunidades: “Qué sucede en las comunidades, qué hace la gente con el agua, cómo se abastece, sabemos que hay un problema de contaminación de aguas subterráneas porque hay estudios de calidad, pero falta mucho por hacer en conocimiento básico para la región sur, y en Centroamérica la situación es más crítica. Son pocos los estudios en Chiapas y la zonas indígenas del sureste, y hoy en día hay una serie de conflictos que están surgiendo”.

Aunado a este panorama, si bien hay algunos espacios de diálogo entre academia y gobierno, las propuestas o investigaciones no repercuten en la toma de decisiones.

“Participo en diversos comités y consejos de cuencas, pero siempre con mucha frustración de que no repercutan realmente. Los espacios para que el diálogo y la investigación incidan en la política del agua todavía están por construirse, ahora no son suficientes”, explicó.

Y es que a su juicio, en México existe una visión ingenieril del agua, es decir, se piensa que todos los problemas en torno a este recurso natural se van a resolver con la construcción de grandes obras hidráulicas.

“Esta es una visión bastante añeja, en donde hay una insensibilidad en los temas sociales, políticos y en aspectos locales que no se resuelven con una megaobra o con gran tecnología, sino con procesos de concertación, de tecnologías pequeñas, innovadoras y sustentables. Pero el esquema que sigue predominando en México es el viejo esquema ingenieril y eso no nos ayuda a tener una política del agua más sustentable, ni que incorpore el paradigma más importante considerado a nivel internacional que es el de la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH), lo que está cerrando muchas puertas”, puntualizó.

Acerca de Risaf

Es una red transdisciplinaria que incorpora especialistas de las diferentes áreas del conocimiento científico, con el objetivo de vincular y crear diálogos entre los investigadores que trabajan el tema del agua en la región, aunque también incluye a algunos que están fuera.

Según Edith Kauffer, fue en el año 2000 cuando se abrió la primera convocatoria de Fondos Sectoriales de Conacyt, que fue Conagua-Conacyt, que estaba limitada a ciertas regiones hidrológico-administrativas, como las definía la propia Conagua. Por lo tanto, había una parte para Chiapas y Tabasco, la región que se llama frontera sur, y mandaron una convocatoria para proyectos de investigación y El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) asumió la responsabilidad de que una vez aprobados los proyectos, se conformaría una red.

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De esta forma, en 2003 se hizo la Risaf. En aquel momento Edith Kauffer formaba parte de Ecosur y se encargó, con algunos colegas, de hacer un congreso internacional en Tuxtla Gutiérrez, con lo que nació esta red.

“Pero vimos que no tenía mucho sentido que la red fuera solo de Chiapas y Tabasco si las aguas venían de Guatemala. Por eso se incluyeron los estados de la frontera, Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, y los países de Guatemala y Belice, y así quedó el nombre de la Risaf”, expresó.

La red ha tenido varias etapas. En 2005 se llevó a cabo el segundo congreso internacional en Campeche, y en 2008 se hizo un tercer congreso en Villa Hermosa, Tabasco. Finalmente, a través del Fondo Mixto de Fomento a la Investigación Científica y Tecnológica de Chiapas (Fomix-Chiapas) se consolidó la red y se empezó a trabajar con una serie de seminarios más locales y regionales, y con una serie de publicaciones ya en imprenta.

También se vinculó con la Red Temática del Agua Conacyt (Retac) para hacer un evento en Tuxtla Gutiérrez en septiembre de 2011, para toda la región incluyendo además de los cuatro estados de la frontera, a Yucatán y también a El Salvador. En 2014 se signó como Red Temática Conacyt y se amplió geográficamente, con investigadores de El Salvador, Guatemala y Belice; se incorporaron además de Yucatán y Veracruz.

 

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