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Torres de flujos, un elemento importante para medir emisiones de GEI

torresFlujos1Por Carmen Báez 

México, DF. 24 de abril de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Hace aproximadamente cuatro años un grupo de investigadores mexicanos de diferentes instituciones del país y el extranjero bajo la coordinación de los profesores Rodrigo Vargas de la Universidad de Delaware y Enrico Yepez del Instituto Tecnológico de Sonora (Itson), establecieron una red regional de medición de flujos de gases de efecto invernadero en México.

Mexflux, nombre de dicha red, se originó con el objetivo de generar información científica sobre los ciclos biogeoquímicos en los diferentes ecosistemas del país y con ello aportar datos necesarios para el diseño de estrategias de mitigación y adaptación ante el cambio climático.

El doctor en Ingeniería Ambiental por la Universidad Estatal de Washington (WSU, por sus siglas en inglés) Erik Velasco Saldaña, dijo para la Agencia Informativa Conacyt que esta red nacional está formada por 12 instituciones que realizan investigación sobre los ciclos del carbono y agua en ecosistemas diversos, las cuales trabajan con herramientas denominadas torres de flujos.

Las torres de flujos, explicó el especialista, son sistemas micrometeorológicos que miden directamente el intercambio de masa y energía (GEI, vapor de agua, partículas, etc.) entre la atmosfera y la superficie a escala local.

De esta forma, los flujos se miden a través de las fluctuaciones de masa y energía incrustadas en la turbulencia que mueve verticalmente el aire por arriba del dosel de los árboles y/o edificios, detalló.

“Una torre de flujos se compone básicamente de un anemómetro sónico para medir los componentes de la velocidad del viento en tres dimensiones, y un sensor analítico específico para el gas o contaminante que se quiera medir. Estos sensores tienen la característica de tener una gran resolución y poder medir hasta 20 veces por segundo (20 Hz)”, agregó.

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A través de estas técnicas de micrometeorología, comentó Velasco Saldaña, los especialistas planean a largo plazo proveer y compartir información científica base para el diseño de medidas de mitigación y adaptación ante el cambio climático, así como políticas públicas enfocadas a reducir la emisión de GEI en México.

“Discutimos formar un consorcio en el cual pudiéramos intercambiar experiencias, conocimiento y trabajar en conjunto para mantener en operación torres de flujos”, comentó.

En este sentido, explicó que esta red ha permitido obtener más información para conocer el ciclo hidrológico y del carbono en el desierto de Sonora, así como evaluar la importancia de la respiración del suelo en los ecosistemas tropicales del país, en particular después de eventos de lluvia.

“Después de precipitaciones intensas, el suelo llega a ser una fuente muy importante de emisiones de dióxido de carbono (CO2) […] Nuestros resultados serán útiles para evaluar inventarios de dichas emisiones y para el posterior diseño de políticas ambientales”, dijo.

Sin embargo, puntualizó que el consorcio apenas empieza y aún no ha brindado información a los tomadores de decisiones para el diseño de políticas ambientales, ya que se trata de una iniciativa a largo plazo que requiere de financiamiento y de la participación de un mayor número de especialistas.

Para el también colaborador del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), colocar una torre de flujos requiere de cierto conocimiento tanto para el diseño, el procesamiento y análisis.

Pero este conocimiento es muy limitado en México, ya que, asegura Velasco Saldaña, existen alrededor de 10 especialistas en el campo, por lo que la formación de recursos humanos es otro de los objetivos de Mexflux.

En este sentido, explicó que actualmente colabora con el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para la instalación de una torre de flujos urbanos en la reserva ecológica de dicha institución, para fines de usos didácticos.

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Un proyecto global

Mexflux nace de las experiencias de Fluxnex, un consorcio internacional que coordina el análisis de las observaciones de los sitios de torres de flujos.

En palabras del investigador del Center for Environmental Sensing and Modeling, del Singapore-MIT Alliance for Research and Technology (SMART), las redes de monitoreo de flujos de carbono iniciaron a finales de la década de los 70 y principios de los 80. Actualmente, a nivel internacional hay alrededor de 500 sitios de monitoreo en ecosistemas naturales, la mayoría de ellos en América del Norte, Europa y Japón.

A nivel regional, el consorcio está integrado por especialistas del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (Ipicyt) –estos tres pertenecientes al Sistema de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología–,  el Colegio de Postgraduados (Colpos), el Instituto Tecnológico de Sonora (Itson) y la Universidad de Sonora (Unison).

También colaboran la Universidad de California en Davis, la Universidad de Alberta, la Universidad de Dalaware, la Universidad Estatal de Arizona y el CENSAM del Singapore-MIT Alliance for Research and Technology.

 

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